El aumento de la población urbana, la urgencia ecológica y la transición energética, las limitaciones de las finanzas públicas, el aumento de la comodidad de vida de residentes y empleados, etc.: todas estas cuestiones son retos que la Smart City podría ayudar a abordar y que están empujando a las autoridades locales a invertir en esta dirección. Todas estas cuestiones están dando lugar a numerosas tecnologías “inteligentes”, como las redes inteligentes, el transporte inteligente, los edificios inteligentes y las ciudades inteligentes.
El sistema de información industrial tiene la característica de estar en contacto directo con el mundo físico: gestión del agua, semáforos, señales de tráfico variables, bolardos retráctiles, iluminación inteligente, control de coches autónomos, etc. Si bien estos avances aumentan la conectividad y criticidad de estos sistemas, también crean una mayor necesidad de adaptabilidad, resistencia, seguridad y protección.
Mantener activos funcionales clave, como ascensores, aparatos de aire acondicionado y cámaras, protegiéndolos al mismo tiempo de los ciberriesgos, requiere un control permanente de las funciones y derechos de los usuarios.